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Este Blog tiene como fin dar a conocer los distintos aspectos que hubo en la revolución mexicana. Con el punto de vista de tres adolescentes que buscan saber más acerca del pasado de su país; México, haciendo referencia a la Revolución Mexicana, la pregunta es ¿POR QUÉ TUVO QUE HABER UNA REVOLUCIÓN?

viernes, 12 de marzo de 2010

Nacionalismo Mexicano



Los veinte años que comprendieron la pacificación del territorio mexicano después del movimiento revolucionario de la segunda década del presente siglo (XX), fueron particularmente ricos en discusiones de tema nacionalista. Entre l920 y l940 la cultura nacional intentó definirse de muy diversas maneras y posturas. Si bien el nacionalismo ya formaba parte del enorme bagaje cultural que el México revolucionario heredaba del conflictivo siglo XIX, un fuerte impulso, con ciertos aires renovadores, permeó tanto al período de la Revolución armada, como a los veinte años que la siguieron, por lo que dicho impulso pudo bautizarse con el nombre de nacionalismo revolucionario. Ese mismo impulso continuó hasta los años cuarenta y cincuenta, aunque ya para entonces se encontraba gastado.
Si bien el país se transformó radicalmente en esos veinte años que van de 1920 a 1940, es posible observar, en aquel período, un desarrollo muy particular en la expresión del discurso nacionalista mexicano. Apareció como recurso fundamental entre las élites políticas, económicas y culturales; aunque también fue tema predilecto de los espacios populares, tanto urbanos como rurales. Como justificación de proyectos y posiciones políticas o culturales el nacionalismo permitió tal cantidad de matices que en no pocas ocasiones sirvió para intereses contrarios, e incluso dio pie a confrontaciones que fueron más allá del simple intercambio de argumentos.
Lo cierto era que al hablar del "pueblo mexicano" el llamado "nacionalismo revolucionario", en términos generales, empujaba hacia una nueva identificación y valoración de lo propio, negando y diferenciándose de lo extraño o extranjero; en su tono político y en su expresión cultural intentaba definir ciertas características particulares, raciales, históricas o "esenciales" de 'la mexicanidad'. Para ello abrió un inmenso abanico de argumentos; desde los 'científicos' hasta los circunstanciales. Esto complicó enormemente los intentos de definición de aquel sujeto. La pluralidad y complejidad de ese "pueblo mexicano" inmediatamente saltó a la vista.
El "ser" del mexicano preocupó a filósofos y a literatos, se regodeó en los manifestaciones populares y en el arte 'culto', se plasmó en los colores de los artistas plásticos y sonó en la naciente radio, formó parte de los argumentos diplomáticos y buscó la creación de estereotipos en el cine y en general dió mucho qué decir en el complicado mundo de la cultura nacional. Políticos, escritores y artistas se lanzaron a un sinnúmero de polémicas, que tenían como aparentes temas centrales: la revolución, la nacionalidad, la historia, la cultura o la raza, pero cuyo primordial afán parecía inclinarse por darle un contenido a eso que llamaban "el pueblo mexicano".

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